Viajamos en el tiempo con Ed Is Dead, Jesús González y Julián Poker a lomos de tres discos que cambiaron la historia de la música electrónica.
La historia y la implantación de la música electrónica en nuestro país tuvo un accidente. Lo que en los años 80 se perfiló como un símbolo de modernidad, a mediados de los 90 se había convertido en la representación del chabacanismo, el exceso y la falta de ideas. El sobado concepto de Ruta del Bakalao, el auge de la Makina, las discotecas poligoneras y las drogas sintéticas ponían a la música electrónica dentro de un enorme saco del que muchos no sabían diferenciar el trigo de la paja. Los acontecimientos más turbios que sucedían en la noche habrían una brecha que los medios de comunicación aprovecharon para meter el dedo una y otra vez con entusiasmo. El resultado fue la demonización de un movimiento del que una buena parte de la juventud renegaría, en pos de otros estilos musicales y corrientes estéticas. Nacían otras generaciones que bebían del grunge, del indie, del brit-pop, del revival punk o el metal. Pero algo se estaba cociendo en las entrañas de la música electrónica, de hecho nunca paro de suceder, pues siempre fue y ha sido un género efervescente y mutante, solo que en esta ocasión la mezcla de elementos dio con un cóctel molotov que estalló con fuerza en 1997. Muchos fueron los participantes en esta gestación, los talentos y los detonantes, pero por encima de todos ellos, sobresalieron tres nombres y tres discos:
Chemical Brothers – Dig Your Own Hole
Daft Punk – Homework
Prodigy – Fat Of The Land
…y de repente, todo el mundo volvió la vista hacia la electrónica. Los festivales de Rock les querían a ellos como cabezas de cartel. Las chupas de cuero, los pelos largos o las crestas lo bailaban. La juventud se reconcilió con la electrónica y la electrónica volvió a ser el futuro.
Hemos querido viajar a ese año y adentrarnos en las emociones que despertaron estos discos imprescindibles para entender nuestra historia. Lo hacemos de la mano de tres personas que de una u otra forma lo vivieron de primera mano. Regreso a 1997…
ED IS DEAD
nos habla de DIG YOUR OWN HOLE, Chemical Brothers.
Mi primer contacto con los Chemical fue bastante difuso… lo primero que oí de ellos siendo yo un crío fue en un CD de importación que conseguí con… (atentos) la banda sonora de un videojuego llamado “Wipeout” que incluía joyas como Orbital, Letfield, Photek, Fluke, TheProdigy o unos desconocidos Daft Punk con su tema “Musique”.
Justo después mi novia del insti que era la persona mas friki en términos musicales que he conocido en mi vida, me grabo una cinta que contenía en una cara el “Exit Planet Dust”, y en la otra el “Dig Your Own Hole”. Yo tenía 17 años.
Ese mismo año, me dejó esa chica y entré en crisis anafiláctica, lo cual unido a que yo ya de serie era bastante cuadro… consiguió que me fuera solito a Benicassim con mi pelo azul y el símbolo de Adidas rapado en la cabeza (si, insisto, como veis era bastante cuadro) a ver a Bjork, de la cual la chica y yo éramos fans acérrimos. Y, de rebote, y como estaba medio autista post ruptura, acabe viéndome todo el puto line up del festival (que era de aupa). Esa fue la primera vez que vi a los “Hermanos Químicos” en directo, y flipé…
Flipé mucho… entre otras cosas, porque básicamente..no tenia ni idea (ni creo que el termino estuviera acuñado) de lo que era un LIVE, no entendía muy bien que pasaba entre tanto cacharro…ni que hacia cada elemento, ni que hacían esos dos “colgaos” ahí arriba, pero alucinaba con lo que sonaba… ni tan siquiera era capaz de clasificarlo (creo que por aquel entonces lo denominábamos Big Beat, o Break Beat) pero todo era confuso… y al mismo tiempo era una energía increíble que cada uno bailaba como Dios le dio a entender, porque creedme, el “baile oficial” del breakbeat en un festival lleno de guiris como el FIB os aseguro que no existía.
Dicho esto, y ya centrándome en el disco que nos ocupa, “Dig Your Own Hole” siempre me ha parecido una genialidad y un disco rayante a partes iguales. Y es curioso, pero considero que el álbum ha ido madurando conmigo.
Al principio, como batería adolescente que venia de oír Thunderdomes, Drum n Bass y Metal, casi todo lo que representara “caña” me encantaba, y ahí hubo un triunvirato que acompaño todas mis casettes recopilatorias con “lo mejor de 199_”: “Block Rockin Beats” de los Chemical, “Firestarter” de The Prodigy y “Come to Daddy” de Aphex Twin.
También temas como “It Doesn´t Matter” o “Don’t Stop The Rock” representaban ese punto “rayante” ravero que nunca acaba y que me recordaban mis findes de clubkid en el Bali Hai. Incluso “ElectroBank”, coge un motivo y lo repite hasta la saciedad, algo que siempre me ha gustado del Techno o el Trance.
Pero lo sorprendente de los Chemical es que tenían otro registro, uno mucho mas melódico y agradable, que a veces rozaba el Brit-Pop, el Rock, la Psicodelia y me recordaba a otras bandas que me encantaban: Air, Orbital, Portishead, Plaid…
Temas como “Where Do I Begin”, que eran canciones que podrían ser tocadas simplemente con una guitarra acústica o “The Private Psichadelic Trip”, que realmente parecía más un tema de Orbital con esos sitares sampleados.
Supongo que esa es una característica de la época ese “usar mucho de todo” que se tradujo en un abuso del Sampling en los discos.
Esto consiguió hacer autenticas obras de arte, con matices de infinidad de estilos previos. Si miramos la lista de álbumes sampleados en Dig your own hole, la retahíla es acojonante: The Incredible Bongo Band, John Schroeder, Rythm Makers, The Unfolding, Rare Earth, Captain Rock y así un sinfín de bandas de los 60” y los 70”.
The Prodigy, Fatboy Slim, Daft Punk, Chemical fueron unos ladrones increíbles, si bien es cierto que en otros géneros como el Rap ya se venia haciéndolo hace mucho tiempo, fue en estos años en los que el sampling en la electrónica alcanzo cotas nunca vistas hasta la fecha (con permiso de DJ Shadow y J Dilla).
Y creo que este método llevado hasta la excelencia, tuvo la culpa de que la comunidad NO electrónica, el mundo Indie, el mundo Rock y parte del Pop abrazara estos discos. Había tanta música “tocada” (por otros si, pero ahí estaba) en los discos de esta época, ya no había tanto bombo a negras y todo esto consiguió que a mis amigos heavys les molaran las bateras y los redobles del “Block Rocking Beats”, que The Prodigy fuera un grupo de culto para los metaleros o que gente como FatBoy Slim, Daft Punk o Basement Jaxx salieran de los clubs para convertirse en algo “mainstream”.
Y, una apreciación personal….algo que tiñe toda la música electrónica “noventera” es el nivel de capas, el nivel de detalles y arreglos es brutal, supongo que el paso de los multipistas (limitados) a los ordenadores, a poder tener pistas cuasi infinitas, hizo a los artistas entrar en una especie de orgía de arreglos y capas y, claro, eso unido al “tiempo” que se dedicaba a cada tema… Ahora va todo mucho mas rápido, pero en estos discos están hechos sin prisa, son pioneros y creo que esa búsqueda de la excelencia, de la originalidad no atiende a plazos.
Sinceramente creo que la música que escuchamos y producimos ahora no habría sido posible sin discos como este.
JULIAN POKER
nos habla de HOMEWORK, Daft Punk.
Echando la vista atrás, recuerdo donde estaba hace casi 20 años. Yo pinchaba en Kapital, y ademas dirigía mi propio espacio nocturno de radio en la malograda (por el cambio musical) TOP Radio.
En el año 97, la música “convencional” estaba en pleno apogeo del Brit-Pop, Blur y Oasis era la referencia comercial. The Prodigy o Chemical Brothers (antes Dust Brothers) ya empezaban a mucho éxito como “la electrónica indie” con carácter de banda, alejados del estereotipo de DJs (eran cabezas de cartel en Festimad o FIB). Y en el club, el momento era fantástico, muchos Djs y productores haciendo cosas diferentes, pero todas compatibles e igualmente validas y respetadas: House, Techno, D´n´B, Big Beat con todas sus variantes y combinaciones.
No estoy seguro, pero creo recordar que fue en el verano del 96, y al cierre de una de las sesiones nocturnas de Jabato en Kapital (sustituyendo a Dj Chus que todos lo veranos se trasladaba a Kadoc, Portugal), cuando escuche “Da Funk” por primera vez. Recuerdo que era como “wooow, que es esto?”. No era el sonido tan sucio y crudo como Prodigy o Chemical, pero tampoco lo podía asociar con sonido club como tal. Comenzaba el “French Touch”.
Apareció “Homework” y fui uno de los privilegiados que lo pudo conseguir en vinilo. Prácticamente “queme” todos los tracks en la radio y en club, pero todavía el publico masivo no conocía a estos 2 locos con caretas que hacían música. Para mi, el salto que los llevaría a ese publico fue “Around the World”. Nos enseñaron como llevar un sonido club, mas puro que The Chemical Brothers o The Prodigy, a las personas. Ahora, tras años de “conocimiento” musical, imagino que Papa Bangalter, le enseño el camino a su pequeño retoño, nunca su objetivo fue ser un grupo minoritario (apuntar que Daniel Bangalter fue compositor de éxitos como “Cuba”, “Un Rayo de Sol” o “Help, ayudame”).
Cada maxi de Daft Punk se convertía en una obra de arte con remezcladores increíbles. Recuerdo perfectamente la galleta amarilla del promo que me llego con los remixes de “Burnin´” a cargo de Ian Pooley entre otros, y los increíbles oscuros remixes de Roger Sanchez para “Revolution 909”. La forma que tenían de manejar los samples, sin ninguna duda, creó escuela. Tracks como “Fresh”, marcarían el camino hacia “Music Sounds better with U” y el resto de imitadores que aparecieron.
“Homework” fue el comienzo de muchas cosas. Creo q a partir de que se pusieron los cascos de robot (sin desmerecer la calidad increíble de cada uno de sus trabajos posteriores) perdieron un poco esa esencia, ese valor, o esa furia adolescente que hizo que “Homework” sea una obra magnífica, llena de sonidos crudos y puros. A partir de ahí, y como se suele decir, el resto es historia.
Jesús González
nos habla de FAT OF THE LAND, The Prodigy.
Es fácil hablar ahora con tecnicismos más o menos apropiados de un album que cuando apareció en el verano del 97 nos dejó atónitos a más de uno. Los chicos de Essex habían amenazado con un long play muy potente el año anterior cuando editaron su primer single Breathe: una maravilla de tema que escaló puestos rápidamente en las listas de radios de todo el mundo y nos deleitó con un videoclip alucinante… Era, sin duda, el “entrante” de una fabulosa “comilona musical” que nos regaló el sello XL unos meses más tarde con Smack my bitch up, el segundo single, y el lanzamiento del album completo a continuación.
Ahora en 2016 vivimos en un universo musical que se esfuerza en etiquetar el estilo de cualquier artista. Sin ir demasiado lejos, si buscamos la definición del estilo de The Prodigy en, por ejemplo, Wikipedia, nos encontramos con algo así: “El sello de la banda es usar y combinar diversos estilos musicales que abarcan estilos como el rave, hardcore techno, industrial, breakbeat, big beat, metal industrial y punk” . Esto demuestra que hay artistas y, sobre todo, determinados álbumes o temas concretos que no son etiquetables (7 etiquetas posibles para definir su estilo han utilizado en Wikipedia!). Los que tuvimos la suerte de ser djs en activo en esa época lo único que pensamos al oír semejante barbaridad de album fue: esto va a marcar un antes y un después no solo en la escena electrónica… y así fue. The Prodigy, con solo dos singles (“Breathe” y “Smack my bitch up”) pusieron patas arriba (literalmente) las pistas de baile de medio mundo. La combinación de su estética “punk renovada” (o como un amigo mío definía a Mr Flint, el Marilin Manson británico), las letras de sus temas siempre muy controvertidas y rozando la ilegalidad (el album fue retirado de algunos stores en Inglaterra, y su videoclip ostenta el título de “videoclip más controvertido y polémico nunca emitido en la MTV”, ahí es nada), y sobre todo esa fusión de breaks británicos con sonidos rave, punk, e incluso rock, era el cocktail ideal para que este álbum gustara a un amplio público. Y lo mejor de todo era que a pesar de sus números 1 en listas, y del éxito masivo de este álbum, siguieron siendo un grupo no desdeñado por la “selecta” crew de djs, a nivel mundial. En los 90s solíamos decir esto. “una rave no es una buena rave si no suenan los Prodigy”… ;). De hecho, creo que si no fuera por The Prodigy muchos punks nunca hubieran escuchado electrónica.
The Prodigy, además, es un grupo de directo. Donde mejor se puede sentir su fuerza es en sus lives, y esto sigue siendo así: el verano pasado los vi en el FIB y os puedo asegurar que volvieron a poner patas arriba a todo el mundo. Son unas verdaderas bestias musicales, y esa fuerza de la que hacen gala en los escenarios se trasmite también en sus temas y videoclips.
En 2012 su sello, XL, volvió a editar remasterizado este album, con 6 remixes más de varios artistas, y volvieron a vender unos cuantos cientos de miles de copias (esta vez ya en formato digital, claro), lo cual certifica que este es un álbum atemporal, como los son todos los grandes álbumes de la historia de la música. Me gusta otra definición que leí por ahí hace tiempo de esta banda, mucho más acertada que la anterior: “The Prodigy fueron unos auténticos funámbulos, haciendo equilibrios entre el talento artístico y la visibilidad para el gran público con más habilidad que ningún otro grupo de electrónica de los 90. Desechando hábilmente la actitud despreocupada por la imagen de la mayoría de los artistas de electrónica en favor de un mayor protagonismo de su líder, Keith Flint, el grupo cambió a la música pop de masas con un directo incendiario que se aproximaba a la atmósfera original de la escena rave británica,…”
Se les puede tachar de lo que os apetezca (suele pasar con todos aquellos artistas que han obtenido un gran éxito, como Daft Punk, Chemical Brothers, etc) pero es indiscutible que Fat of the Land supuso, como he dicho antes, un giro total en la escena electrónica británica y el acercamiento de un público más masivo a ésta, y todo eso lo supieron ver a tiempo (afortunadamente para nosotros) en el sello XL… Solo podemos darles las gracias por apostar por ellos como hicieron.
Autor: Daniel Rodríguez