Historia oral de la música de baile en Valencia, 1980-1995.
Una review de Daniel Rodríguez.
¡BACALAO!
Historia oral de la música de baile en Valencia, 1980-1995
Autor: Luis Costa
Editorial: Contra
Publicación: Diciembre 2016
¡BACALAO! es una conversación espídica y pasional. Un torbellino de emociones, recuerdos, encuentros y desencuentros que desatan sentimientos enfervorizados tanto en los protagonistas del libro y, por ende de esta historia, como en los lectores que se sumerjan en ella. Era necesario un libro así, que pusiese los puntos sobre las íes y que señalase sin tapujos, los focos del incendio y el ojo del huracán de este movimiento que a la postre terminó mal llamándose “Ruta del Bakalao”. Se puede decir que precisamente el libro es un compendio de microhistorias contadas en primera persona por los protagonistas de esta eclosión musical, empeñados todos ellos en demostrar que no solo hubo vida antes de esa “marca” llamada “Ruta del Bakalao”, sino que fue esa vida anterior la auténtica y genuina, y todo lo que vino después, el desastre que engendró esa etiqueta. Tal vez, no están todos los que son, pero sin duda si son todos los que están, protagonistas de excepción de uno de los episodios culturales más prolíficos, interesantes y vanguardistas de cuantos hayan sucedido en nuestro país.
El autor, Luis Costa, ha llevado a cabo un concienzudo trabajo de entrevista, recopilación y reunión de datos, años, salas, canciones y emociones, que en un mix infinito alumbran el imaginario de la irrepetible “Ruta Destroy”. Sin duda, los DJs fueron protagonistas principales de esta historia, pero no están solo ellos, también promotores, periodistas, propietarios de tiendas de discos, músicos, cantantes, diseñadores y, por supuesto, fiesteros conforman el insólito e inigualable plantel de narradores de este libro coral. Destacan auténticos mitos de la escena como Fran Lenaers, Alfredo Fiorito, Carlos Simó, Toni “El Gitano”, Jose Conca, Nando Dixkontrol, Arturo Roger o Ana Curra. Hay momentos estelares con la participación de artistas internacionales que formaron parte de esta fiesta inagotable como Steve Hovington de B-Movie, Mark Burgess de The Chameleons o Shaun Ryder de los Happy Mondays, todos ellos grupos imprescindibles de la nueva ola británica que acercaron las guitarras a las pistas de baile. Valencia fue la ciudad, en un momento único, con el fin de una dictadura y las ganas de romper con lo anterior, con todos los ingredientes necesarios para dar con la fórmula perfecta, una mezcla que invadió todos los sentidos de una nueva generación, imparable, sin remedio, hasta alcanzar el mayor de los estados de ebriedad, con una subida fulgurante, casi mágica, pero que poco a poco iría fraguando un batacazo sin remedio, una tremenda resaca que borraría de un plumazo todo lo bueno que aportó el movimiento.
Por fin, un libro busca la justicia poética del movimiento, reflotando los recuerdos de uno de los pocos momentos únicos y genuinos que ha dado la música en España. Por primera vez en la historia, una ciudad española fue el enclave al que todos los grandes grupos del momento veneraban como la mejor “plaza” en la que tocar, el único lugar del mundo en el que muchas de estas bandas tocaron delante de una multitud enfervorizada. Tal vez fuese algo efímero, tal vez no se perpetuó en el tiempo, pero fue durante unos años el lugar en el que había que estar, y eso nadie lo puede negar. Fueron muchos los escenarios, pero algunos han pasado a la historia como auténticos templos de la modernidad. En los 80 se irguieron con orgullo, la actitud rompedora y pionera Barraca, la oscuridad de Chocolate, la innovación de Spook, la frescura de Espiral, el glamour de Puzzle, la osadía de ACTV o el descaro de N.O.D. Todas ellas aportaron algo único y diferente, todas ellas han influido en el devenir de la escena española y quedaron enclavadas en el tiempo y en las conciencias, como auténticas leyendas, tal vez acrecentadas por el efecto de las “mescas”.
Es ese tema de las drogas, uno de los motivos al que más peso otorgan los protagonistas del libro. Dan a la Mescalina una buena parte del mérito del crecimiento de la escena, y señalan a las sustancias que vinieron después, como el éxtasis, el speed o la cocaína, como principales causantes de la degradación de la misma. ¿Pero fueron solo estas las causantes del desastre? Muchos de los participantes en el libro lanzan balones fuera a la hora de analizar el por qué de la debacle, echando en falta algo más de autocrítica, pero es que, a pesar de la gran labor de documentación del libro, el tiempo y sobre todo los egos dejan poco espacio al análisis objetivo y a la razón. Sea como fuere, es innegable que en Valencia se dieron todos los ingredientes necesarios para tener una escena tanto o más rica que la de Manchester o la de Ibiza, y así fue durante una década, pero luego todo se esfumo… La gallina de los huevos de oro fue explotada sin consideración y murió de éxito. Por suerte, en ¡BACALAO! nos queda una excitante ventana a la que asomarse para imaginar por unas horas como fue vivir en primera persona uno de los movimientos musicales y culturales más sorprendentes de nuestra historia. La leyenda está más viva que nunca.
De la vanguardia de la Movida Valenciana a la vulgaridad “Bakala”.
Una cronología musical.
1980 – Siouxsie And The Banshees – Happy House
A finales de los 70, el DJ Juan Santamaría comenzaría a pinchar en Oggi, discoteca situada en el centro de Valencia. Santamaría sería el principal artífice de la ruptura musical. Hasta ese momento las discotecas apostaban al 100% por música negra como el Funk o el Disco, mientras este DJ comenzó a implantar los sonidos “blancos”. Es el momento de la entrada del Punk, el Post-Punk y la New Wave. Siouxsie And The Banshees es uno de los grupos abanderados de la escena Post-Punk británica. Los ingleses tocarían por primera vez en Valencia en 1984 en la discoteca Espiral, situada en L’Eliana.
1981 – Glamour – Imágenes
Al calor de la nueva escena surgirían los primeros grupos valencianos que apostarían por estos nuevos sonidos. Glamour es el mejor ejemplo de ellos. Tuvieron gran acogida y lanzaron su primer disco a través de la multinacional Sony. Uno de los principales detonantes de su éxito fue que el DJ Carlos Simó, al mando de la cabina de Barraca, apoyo con devoción su single “Imágenes”. Glamour, símbolo del movimiento “New Romantic”, se convertirían en asiduos de la discoteca de Sueca, un punto de inflexión que conectó de manera directa a la escena vanguardista de la ciudad con dicha sala, situada a 30 km.
1982 – B-Movie – Nowhere Girl
Un auténtico himno de la escena. Nowhere Girl era un símbolo de la modernidad, jaleado hasta la extenuación entre el público que abarrotaba Barraca. El grupo británico actuaría por primera vez en Valencia en 1983.
1983 – A Popular History Of Signs – Stigma
Entra con fuerza en la escena la discoteca Espiral, situada en L’Eliana. Otro templo de la modernidad que además de apostar por las guitarras comienza a introducir sonidos más electrónicos como este “Stigma”. El grupo británico actuó en 1984 en Chocolate, de la mano de Tony “El Gitano”.
1984 – The Lords Of The New Church – Russian Roulette
Los sonidos más oscuros y la estética “gótica” tuvieron su templo en Chocolate. La discoteca, situada en Sueca a escasos metros de Barraca, bajo la batuta del DJ Tony “El Gitano” se convirtió en la meca de estos sonidos. Un año después, en 1985 el grupo The Lords Of The New Church actuarían en Pacha Auditorium, un espacio esencial en la escena, con capacidad para más de 3.000 personas, en el que se desarrollarían algunos de los conciertos más importantes y multitudinarios de la Valencia más recalcitrante.
1985 – Carmina Burana – El Telar de la Locura
El caldo de cultivo valenciano se encontraba en sus momentos más álgidos. Los sonidos más oscuros dieron vida a grupos como Carmina Burana, un claro ejemplo de que la ciudad del Turia se movía y la vanguardia continuaba en pleno apogeo. En este momento Chocolate ya no es el único templo de la “oscuridad”, un año antes irrumpió con fuerza Spook Factory con Fran Lenaers en la cabina, el DJ que lo revolucionaría todo con su manera de entrelazar temas.
1986 – The Bolshoi – Away
La escena es tan grande en esos momentos que Valencia cuenta con los conciertos más multitudinarios del país en lo que a estos nuevos sonidos se refiere. En ese momento se suceden conciertos tan importantes como el de Depeche Mode en Pacha Auditorium, Simple Minds en el Estadio del Levante, The Essence en la Plaza de Toros del Valencia, o el de uno de los grupos del momento, The Bolshoi, que actuarían 2 días seguidos en una nueva macro-sala llamada Isla, situada en L’alcudia, con capacidad para más de 5.000 personas y en la que pincharía como residente el popular DJ David “El Niño”.
1987 – Mickey Oliver - In-Ten-Si-T
En 1987 surge un nuevo punto de inflexión, las bases electrónicas adquieren cada día mayor presencia. Las mezclas imposibles de Fran Lenaers en Spook basan su razón de ser en la combinación de guitarras con ritmos electrónicos del EBM belga, o incluso del proto-acid de Chicago. Este In-Ten-Si-T creado por Mickey Oliver en la ciudad estadounidense es un perfecto ejemplo de ello. La explosión electrónica ha llegado.
1988 – Wall of Voodoo – Wrong Way to Hollywood
Las guitarras seguirán presentes en algunas salas y los conciertos continúan sucediéndose con asiduidad hasta finales de los 80. Muestra de ello son Wall Of Voodoo, que tocarían en la sala Isla en este año y que sonarían con asiduidad en las sesiones de Lenaers en Spook. Sin embargo, la electrónica comienza a ganarle la partida y bajo ese prisma surgirán las últimas apariciones discotequeras importantes de la ruta: Puzzle, N.O.D. o el último reducto de la vanguardia, ACTV.
1989 – Tragic Error – Tanzen
Termina una década y una nueva generación de jóvenes comienza a demandar nuevos estilos musicales. Las guitarras prácticamente desaparecen y toman fuerza otros sonidos como el New Beat belga. Aún quedan años de vanguardia, pero esta vez a ritmo de sintetizadores y computadoras.
1990 Interfront – Strange
Si en los 80 surgieron bandas de rock en Valencia, los 90 traen consigo nuevas formaciones que basarán sus composiciones en las maquinas. Un perfecto ejemplo de ello es Interfront o Megabeat, un grupo, dos nombres. El trío formado por Gani Manero, Julio Nexus y Fran Lenaers, ya en este momento fuera de Spook, creará grandes himnos de la Ruta Destroy, tales como “Es Imposible (No Puede Ser)”, “Balada Para Jet Harris” o este “Strange”. Cajas de ritmos junto a melodías sugerentes y directas que definieron un estilo que adopto la denominación de “Sonido de Valencia”. Al cobijo de estas melodías empezarán a sonar otros estilos más basados en las vocales y en los pianos. Poco a poco, discotecas como Puzzle introducen el Italo-Dance, el House y el Pop comercial en su abanico musical.
1991 – Dunne – Espiral
Muchos señalan a Puzzle y a sus residentes, Los Gemelos, como los instigadores de la comercialización de la escena, pero a pesar de ello el “Sonido de Valencia” seguía alumbrando interesantes composiciones y muchas salas aún seguían resistiendo y programando música avanzada. En 1991 Espiral lanzarían otro himno valenciano, un tema que hoy en día sigue resultando avanzado para su tiempo. El productor del mismo es Germán Bou, creador también entre otras cosas del “Así Me Gusta A Mi” de Chimo Bayo.
1992 – DLM – Let Yourself Go
En el año olímpico no quedaba ni rastro de guitarras ni ritmos rotos. Las bases 4×4 lo inundaban todo y tracks como este Let Yourself Go triunfan con unanimidad en todas las salas de la Ruta. Es el momento álgido de los sonidos belgas. La velocidad de la música se acelera y se empiezan a escuchar muchas melodías y cantadas. Dentro de este entramado, ACTV se esfuerza por ofrecer vanguardia y diseño en las noches del Domingo, mientras que otras salas como N.O.D. convierten en horario after-hour en todo un referente nacional, eso si, con un carácter menos cultural y una cada vez más patente ausencia de control. El “Bakalao” con K comienza a hacer estragos.
1993 – Rafa Villaba & Dj Sarna – Chiquetere
Con horarios cada vez más difuminados, con parkings cada vez más grandes y jóvenes de todo el país llegando a la “tierra prometida”, Valencia comienza a ser el patio de recreo más grande y loco de la península. El “Sonido de Valencia” ya no basa sus principios en sugerentes melodías sino más bien en machaconas bases. Es el momento de Piropo, Aldus Haza o Dj Sylvan. El descontrol de N.O.D. se eleva a la máxima potencia en afters como Heaven, donde la calidad musical es inversamente proporcional a la velocidad de la misma. La degeneración hacia la “Makineta” ya está aquí. En ese escenario, empiezan a proliferar producciones nacionales de escasa aportación musical y donde surrealistas letras “fiesteras” toman el protagonismo. En la línea de este “Chiquetere” aparecen otros tracks parecidos que hablan sin tapujos del abuso de las drogas.
“A mi me gustan las pastillas verdes, rojas y amarillas”. M.P.M. – Sube Que Te Llevo – Quality Madrid (1993)
1994 – Ku Minerva – Estoy llorando por ti
El filón de la Ruta llega a todo el país. Productores musicales de otras provincias ven en esta escena musical un espacio en el que hacer dinero fácil. A estas alturas hay una ingente cantidad de lanzamientos desde sellos nacionales de escasa calidad. Las “cantaditas” y la bases “makineras” toman la escena. En Valencia programas como Bikini Club en Radio 9 impulsan estos sonidos, tanto en antena como en sus fiestas que celebran en diversas salas de la Ruta. En 1994 sigue brillando con algo de luz ACTV, introduciendo muestras del nuevo Techno, Acid o House, pero la única manera de enganchar al público es pinchándolos a altas velocidades.
1995 – Sensity World – Get It Up
Citando a Carlos Aimeur en ¡Bacalao!: “Muchos se agarraron al Remember como última vía de supervivencia, renunciando al origen mismo del fenómeno que era la vanguardia, la modernidad, mirar al futuro, buscar lo nuevo.” El fin está aquí, la Apocalipsis Bakala se ha hecho con todo. Surgen cientos de versiones de tracks que fueron éxitos de los 80 como este “Give It Up” originalmente de 1981 (New England), una muestra clara de la falta de originalidad del momento. Salas como The Face o Puzzle encuentran en estas “covers” sus principales protagonistas musicales. La vanguardia se fue lejos de Levante y con ella una época que nunca volverá.
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