Te contamos las primeras impresiones del festival.
La Fira de Montjuic, la temperatura perfecta y Sónar Día por delante. Nada podía salir mal y así fue.
Nicola Cruz, la nueva sensación de la electrónica en Ecuador, fue el encargado de estrenar el día. Lejos de amedrentarse ante la enorme expectación que había generado su participación en Sónar nos regaló una de las mejores actuaciones del día. Su directo plagado del folklore más electrónico del continente americano se movía imparable entre atmosferas de hipnosis tribal y momentos de euforia colectiva y celebración vital. Una actitud que el público celebró desde el primer minuto entregándose por completo a sus sonidos.
Algo muy distinto vivimos con Acid Arab. Los también embajadores del folklore, en este caso de sonidos árabes combinados con Techno y Acid, realizaron una sesión excesivamente espesa para la hora y el lugar. Aunque contó con momentos interesantes éstos fueron más bien escasos. Una situación que terminó resolviéndose con un público parcialmente despistado y que no terminó de conectar.
Un directo sin fisuras fue el que nos presentó Jamie Woon junto a la banda que le acompañaba en el Sónar Dome de Red Bull Academy. Su voz sonaba sublime en directo y los ritmos Funk y Soul envolvieron rápidamente al público que ya no paró de moverse en todo el concierto. Después de un primer tema de calentamiento llegaba “Night Air”de su aclamado disco Mirrorwriting (2011) encauzando rápidamente el directo y captando la completa atención de un público ya rendido a sus pies. Por supuesto, hubo tiempo para repasar su último largo Making Time y el delirio colectivo terminó de desatarse cuando decidió abandonar el escenario con “Lady Luck”.
No pudimos resistirnos y nos acercamos a Sónar Village a escuchar algo del discurso de The Black Madonna, quien nos recibió algo más dura y technoide de lo esperado como demostró con el clásico “Capricorn – 20 Hz” (1993).
Entonces llegó el momento de disfrutar de otro de los directos del día, Sónar Hall recibía a David August Live Band. El germano, que hace seis años se diera a conocer de la mano de Solomun en la etiqueta Diynamic, hace tiempo que alcanzó su madurez compositiva. Presentó un directo solido y de gran densidad, plagado de momentos para los bombos a 4×4, para la creación de atmosferas e incluso para los ritmos rotos. Destacaron también su puesta en escena de interesantes elecciones así como la presencia de excelentes músicos al bajo o a la batería. El colofón final a una actuación que denotaba un gran trabajo lo compuso un intenso clímax ampliamente jaleado por el público que lo disfrutó de principio a fin.
El cierre al aire libre en el Sónar Village fue cosa de Kenny Dope. El americano sorprendió con una sesión tremendamente seria de Beats House, con apenas vocales pero plagado de Groove y disposición para el baile. Entonces llegaron las 23:00, la carroza se convirtió en calabaza, las luces se encendieron y la jornada se dio por finalizada.
Hoy continúa Sónar, hoy continúa la electrónica, hoy habrá más y mejor.