Autor: Norberto Pazos, Foto: Anette Shaff (Shutterstock)
Lo mejor del mundo es la variedad. No nos gusta comer todos los días lo mismo (a menos que sean centollas de la Ría o percebes del Roncudo, claro). No nos gusta meter la napia todas las semanas en los mismos sitios (ejem). No nos gusta ‘jichar’ cada semana con el/la mismo/a tipo/a (bueno, eso los que puedan). Y entonces digo yo, por qué carallo tenemos que aguantar finde tras finde a este espécimen que es el DJ que vamos a denominar ‘fotocopia’, ‘DJ-churro’ ‘tronista de las cabinas’, ‘chulopiscinas de los platos’, que es en sí mismo un cliché repetido hasta el aburrimiento supino en el atestado ecosistema de los putiferios nocturnos.
Veamos, vestido de negro de arriba abajo, como el cuervo Rockefeller, con esas camisetas de cuello barco que casi parecen el escote palabra de honor de tu prima en la boda del otro primo (sí, aquel que era un malote de la hostia y al final acabó de madero municipal). Pantalones (negros, claro) apretados, prietísimos. En esa entrepierna debe haber más temperatura que en el núcleo del reactor de Chernobyl aquel día de los fuegos artificiales de 1986.
Pongamos además, cuarto de cadena con cuentas tribales o algún otro colgajo similar. Y pendiente de piedrecilla negra.
Más allá de los atuendos atroces, tampoco entiendo esa manía de los riders rebuscaditos, que si agua de coco, que si sake… ¡Sake!
No me jodas que no tienes otro momento mejor para pedir el puto sake, posturillas de los huevos. Si al final lo que vas a pimplar va a ser el primer cubata que te pongan en la mano, de lo que sea, como si es de Larios, mientras agarras un turulo con la otra. Porque vamos a ver, tanto cuesta poner en el rider: “Alcohol, mucho, y fariña”. Y ya está coño, que vas a estar ahí un par de horas, no se trata de aprovisionar el Arca de Noé para afrontar el Diluvio Universal.
Y ya lo que me toca los melindres pero a nivel exponencial es esa manía de las posturitas también fotocopiadas. Hay dos que cada vez que veo me dan ganas de cortarme las venas y de degollar 100 corderos como en el Eid al-Adha marroquí.
Una es la de los corazoncitos hechos con los cuatro dedos de las dos manos. ¿Corazones? ¿Eres pailaroque o qué? Que no estás en la Gala de Ayuda a los Niños con Tiña, pailán. Y después está la de la palma de la mano moviéndose arriba abajo por encima de la cabeza (de chorlito) mientras metes esta última hacia adentro como oliéndote el sobaco. ¿No sabéis hacer otro puto baile que tenéis que ser todos como el Ataque de los (DJ) Clones?
En fin, otro día hablaré de las tipas que cuando escogen nombre artístico se ponen el Miss… (Tetas, jaja) o Lady Laconchadetum***. Hala, con ese pre- ya puedes ponerle detrás el nombre de choni que quieras que ya tienes aka de DJ. Qué país….
* Extraído de DJ Mag Es 087