Autor: Borja Comino
“Que todo sea esencial. Que cada sonido vaya directo a la vena”
Hay portadas que a uno se le quedan en la retina. La silueta de soslayo, los colores, la composición… Sin darte cuenta, saboreas el sonido y oyes la piel de gallina de ayer. Durante un tiempo, Mount Kimbie fue la única banda que, para mí, sonaba como Mount Kimbie. La chavala que da la espalda a la cámara caminando con un chándal rojo por una calle en obras aún me provoca un ataque de sinestesia emocional que, de tan intenso, se me hace incómodo. Hablo de ‘Crooks & Lovers’ de 2010, el álbum debut de la banda que Kai Campos y Dominic Maker formaron a los pocos meses de conocerse en su época universitaria y hacer un formidable match musical.
A lo largo de los años he ido leyendo que la gente entendía que han sido una especie de precursores del dubstep. O más bien post-dubstep. Algo que, aún hoy, siento que no hay ni por dónde pillarlo. Como soy consciente de que esto no es Reddit y no tengo con quién discutir estos testimonios, ubicaré el énfasis de mi discurso en transmitir que esta banda británica hizo lo más guapo que puede conseguir un artista, que es crear algo nuevo de verdad.
Los primeros segundos de ‘Carbonated’… ¿Qué fue eso…? Para mucha gente, un antes y un después. Un sobresalto tan agradable que da rabia porque, entre muchas otras cosas, sirve la principal función de acostumbrar al cuerpo a un colocón auditivo que no es fácil de conseguir. Cuando salió ‘Cold Spring Fault Less Youth’ de 2013, Spotify ya era el coloso del streaming que conocemos hoy, por lo que ya existía la función de búsqueda de artistas similares. Con un poco de esfuerzo entre ‘PING’ y ‘PING’ de Blackberry Messenger, uno podía descubrir a Gold Panda, Giraffage, xxyyxx, un James Blake más experimental que Jodorowsky, Shlohmo, SBTRKT, Shigeto, Flying Lotus…
Me entran ganas de gritar al cielo: “hace 10 años, ¡la música sí que era música de verdad!”. Mentiría. Porque estamos aquí , todos reunidos, para atender a algunos apuntes e impresiones que Mount Kimbie quiere compartir con nosotros acerca de su nuevo álbum de estudio ‘The Sunset Violent’, que salió en abril a través de Warp Records. Todo ha cambiado. Todo ha evolucionando a lo largo de esta última década. Mount Kimbie ya no es un dúo, sino que cuenta con la cooperación de Andrea Balency-Béarn, una genia de la música, y las percusiones de Marc Pell. No olvidemos nunca al quinto miembro fantasma: King Krule, que está cuando quiere estar. ¿Qué más se puede pedir al universo?
Vuestro nuevo álbum implica un esfuerzo compositivo más acusado que en vuestros títulos más enfocados a una sonoridad mucho más electrónica. ¿Qué modalidad os parece más atractiva?
Ahora mismo nos interesa más centrarnos en componer. Pero eso es algo que cambia. De repente nos atraen más otros sonidos u otros métodos para crear música. Para este álbum en particular, la guitarra ha sido una voz muy importante. La mayoría de las vocales que hemos escrito las hemos rescatado de demos de riffs de guitarra que Kai hizo. A partir de ahí, se trataba de ir rellenando y finalizando esos borradores.
He visto que os cuesta rendiros cuando un tema se enquista y, si hace falta, os tiráis horas escuchando un cacho de un tema en bucle hasta que la bombilla se enciende. ¿Cómo sabéis cuando un tema ya no da más de sí y hay que abandonarlo?
Tenemos un par de temas que no pasaron la criba. El resto de material que teníamos sí que nos sirvió, y eso que normalmente no tenemos demasiadas cosas encima de la mesa, pero es que algunas instrumentales estaban demasiado guapas como para abandonarlas. He aprendido que lo mejor es no acelerarse y esperar al momento adecuado para que todo se hile de forma natural. Pero claro, para que eso suceda, hay que estar ahí dándole.
¿Qué imagen se trata de transmitir con el título “the sunset violent”?
El track ‘Dumb Guitar’ consiste en una escena en particular que me gusta imaginar. Un chalet de bambú que está construido encima de unos pilotes sobre el mar de una costa china ocupada por resorts del tipo “todo incluido”. En esa casa hay una pareja que ha ido ahí para tratar de salvar su relación pero realmente está discutiendo todo el tiempo de muy malas maneras. El personaje femenino se pira de la habitación después de una de las discusiones y se apoya en el balcón para observar un atardecer de esos que tienen un tono rojizo o lila, lo cual se le antoja como violento. El aire espeso, los comentarios hirientes, los portazos, las peleas a voces… Para mí, “the sunset violent” me parece un título que casa muy bien con esa idea porque es como que lanza una pregunta y tiene un aura de surrealismo e ironía.
California, y en verdad Norteamérica en general, es algo que en Europa tenemos muy visto a través de las películas y lo hemos ficcionalidado sin darnos cuenta. ¿Hay algún otro lugar así como surrealista que tengáis en mente para escribir vuestra próxima movida?
Estamos planeando irnos a escribir más música este mes o el siguiente y estamos intentando encontrar el lugar ideal para hacerlo. Es difícil superar el desierto de California. Se siente como un lugar en el que ya has estado antes, con ese toque cinemático, como si fuese la superficie de la luna o algo. Ahora nos apetece quedarnos en Europa, alomejor en el noroeste de Francia, en… No sé. ¿La Rochelle?
¿No os da miedo perder ese toque que hace que una demo tenga chispa y sentido cuando tratáis de grabar el tema en el estudio?
Sí. De hecho, intentamos regrabar casi todas las demos que teníamos en un estudio de verdad, con kits de baterías reales, material bueno y toda la artillería pesada… Pero nos quedamos con las demos porque gran parte de la magia que tenían esas grabaciones primigenias desapareció. Preservar esa chispa es una operación super delicada. Es todo una destilación lenta. Mucho looping, mucho de refinar. Que todo sea esencial. Que cada sonido vaya directo a la vena.
Dom, tú que has estado viviendo bastante tiempo en Los Ángeles, ¿has notado algún cambio en tendencias y escenas europeas al volver?
Hay muchas cosas que se sienten distintas. Pero pasa lo mismo que en los states: todo es más caro, la gente está más estresada y tensa, oigo más discusiones, la música es cada vez más rápida, más dura, más brutalista. Europa, por desgracia, se siente más distante que nunca.
Marc y, sobre todo Andrea y su voz, tienen un enorme peso en el sonido de la banda. ¿Qué posición tienen en la fase de creación de canciones?
Andrea ha tenido una enorme importancia en todo esto. Escribiendo melodías, su carácter vocal y su presencia es algo muy, muy especial. Nos hemos tirado muchas noches escribiendo y volviendo a escribir melodías vocales. Su participación en ‘Love What Survives’ es una de mis cosas favoritas del álbum y su voz en directo es algo espectacular. Marc, y su conocimiento del ritmo, su creatividad con los sample y los backing vocals y sus percusiones son brutales. Tenemos mucha suerte de que ambos formen parte de esto.
¿Cuál es vuestra historia con la familia Lebon?
Hemos trabajado con la trinidad: Mark, Frank y Tyrone. Cada uno más genio que el anterior. Han creado vídeos para nosotros, fotos de prensa, merch, artwork. Básicamente, toda nuestra identidad visual viene a través de ellos y además nos han presentado a muchísimos creativos realmente brillantes como Tegen Wiliams, Rosie Marks, Peter Eason Daniels, Duncan Loudon, Raf Fellner y Bolade Banjo.
¿Qué has aprendido de tantos años creando música?
Lo bonito que es no tener nada claro. Cada creación debería tener su porción de duda, de lo inesperado, de miedo, de lo místico. Sobre todo, hay que disfrutar de crear. Eso es lo que importa. Preservar la chispa es una operación super delicada, por eso hay que entenderlo como destilación lenta. Mucho de escuchar y escuchar en bucle, mucho de refinar. Todo tiene que ser esencial, que cada sonido vaya directo a la vena.
Si este 2024 fuese el año en el que sacáis música por primera vez en vuestras vidas, ¿cómo os lo montaríais?
Subiríamos un TikTok cada hora, cada día. Es la estrategia más eficiente.
Si tuvieseis que elegir un solo item de vuestro estudio, ¿cuál sería?
El Korg MS20 lleva ya mucho tiempo en la familia, un delicioso y potente sintetizador que usamos en todos nuestros álbumes y lo llevamos de tour para usarlo en nuestros directos.
¿Algún comentario para la peña?
Vamos a lanzar nueva música MUY PRONTO.