Un viaje donde la resonancia, el timbre y el eco se convierten en los bloques fundamentales de las 14 pistas evitando los sintetizadores de sonido artificial
De acuerdo con la más emotiva de las décadas, el álbum oscila tonalmente entre la melancolia, un drama suave y una efervescencia exuberante. En todo el álbum hay guiños a varios subgéneros de los 80 como el synthwave, el electro o el rare groove.
El álbum proporciona un deslizamiento moderado a través de notas de Vangelis, Faltermeyer, Clarke, Hancock & Hammer. Todas ellas proyectadas a través de filtros que asociamos con Disclosure, Daft Punk y M83 hoy día.
En la vanguardia del álbum, encontramos ‘Vintage Dreams‘ con un estilo de ciencia ficción que abre con implantes retro-futuristas marcados por sus sintetizadores distópicos, aunque cuidadosamente deformados. A la sombra del tema principal, encontramos ‘Nightride‘ una espectacular pieza que destaca por sus potentes sonidos con firma 808 y cuyos elementos de neón y pulso codificado hacen avanzar esa sensación de afterhours, todo ello para luego bucear en ‘Firebird’: seis minutos de reflexión de alto brillo ton toques ochenteros y mezclado con sutiles pero inconfundibles ecos de ‘Scarface’ de Moroder… ¡Seguro que vosotros también lo reconceís!
Las voces son más incidentales cuando produce bajo el alias ‘Jukebox 80S’ que en otros trabajos del artista. Por ejemplo, en la impresionante ‘Stronghold‘, Eve Belle marca una delgada línea entre los edificantes coros de Belinda Carlisle y los inquietantes versos de Susanna Hoffs. Por el contrario, ‘Bound‘ aporta un interesante rebote parecido a un groove en su línea B, junto con una sensación conscientemente contemporánea que el neozelandés Jackie Bristow aporta con su voz, mucho más edificante de lo que sugiere su título, ‘Hello Goodbye‘.
Tan reflectante como cualquier rascacielos con ventanas de espejo, el alma-robot de ‘Purple Skies In Your Eyes’ trae de vuelta el vocoder, mientras que sus sintetizadores analógicos aluden a The Human League. ‘Ripped Knees’ vuelve a intensificar la atmósfera del álbum, pero reduce el ritmo, utilizando su tempo más lento para estirar las líneas de sintes y amplificar así toda la emoción.
En un álbum lleno de graves, ‘Don’t You Say You Love’ vuelve a acoplar las frecuencias más bajas para concentrarse en el timbre, mientras que su voz al estilo de Jody Watley apunta directamente al alma. A través de “Una nave espacial que aterriza en la isla mágica”, Roger vincula sin esfuerzo su Jukebox 80 al sonido balearic más famoso. Partiendo de Arthur Baker, Herbie Hancock y Daft Punk, el electro rock de ‘I Don’t Give A Damn’ une el álbum con siete minutos de funk alimentados de scratching, riffs y caída de graves.
Sin duda alguna, todo un flashback a la década que electrónicamente, lo dio luz a todo. ‘Nightride’ es Hi-Fis imponentes, puertas de coche con ceniceros y neón… ¡Rubiks y TDK!
Ya sea a través de bandas sonoras neoclásicas para películas que se estrenarán dentro de poco como Guardian Of Dreams o sus nuevos trabajos, estamos seguros de que Roger es tan regular e irregular como parece. ¡Eso hace que todavía nos guste más este álbum!
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